Soy una silla de ruedas y vivo en Tagore desde que abrió sus puertas en 2009...
21 de septiembre, día mundial del Alzheimer y como no podía ser de otra manera Tagore, yo (que soy una silla de ruedas muy de destacar fechas importantes) y nuestro blog queremos enviar mucha fuerza y mucha energía a todas aquellas personas que de un modo u otro tienen algún tipo de relación con esta enfermedad.
Familiares, cuidadores, médicos, enfermeros, auxiliares, investigadores, terapeutas, psicólogos acompañantes, laboratorios, empresas de servicios y un largo etcétera…
“El Alzheimer les hace olvidar, pero vosotros veláis por sus recuerdos”
Rebuscando por la red (soy una silla de ruedas muy adelantada a mis tiempos) he encontrado varias páginas interesantes que nos pueden ayudar a informarnos más sobre la enfermedad.
Y un video que quiero compartir porque me parece que lanza un mensaje muy sencillo pero fundamental:
“No me olvides”.
(Ahora os dejo porque tengo que acompañar a una de mis abuelas a buscar algo que no sabe qué es pero que sabe seguro dónde está…) ale, allí que nos vamos.
Soy una silla de ruedas y vivo en Tagore desde que abrió sus puertas en 2009... Desde que Remedios nos dejó,
Pablo no ha vuelto a ser el mismo. Cuando le dijeron que Remedios ya no estaba lloró,
lloró, lloro... Después dejó de hablar y luego ya no anduvo. Remedios y Pablo
eran uno de los matrimonios que vivían en mi resi desde hace un par de años.
Ahora ya habla pero no va a
volver a andar. Dice que para él no tiene sentido la vida, que su vida era ella.
Dice que agradece que nos preocupemos por su salud
pero que no merece la pena que nos esforcemos ni el personal de enfermería, ni el equipo de estimulación ni
la dirección general de Tagore, ni Franco si volviera (eso dice).
Que no anda y
no anda. Menudo es Pablo.
Después de la cena yo le llevo muchas
veces hasta su habitación y mientras espera a que le acuesten le acerco a la
ventana, mira al cielo y en bajito, para que nadie les oiga, habla con Remedios
y le desea buenas noches. Luego se despide y siempre le dice que si ve a Dios,
le diga que el aquí lo tiene todo hecho y que si tiene a bien, a él ya le
gustaría irse.
Que los hijos ya son grandes y que
no le necesitan pero que él a ella le necesita tanto como el primer día y por
eso, como mejor estarían sería juntos. Dice que estando los dos en el cielo les sería
muy fácil ir a todos esos sitios que no fueron: a la plaza roja, a la muralla
china, a Australia o a las Vegas. A mí me da mucha pena y por eso intento ser
una silla cómoda aunque sé que no le estoy haciendo ningún favor porque lo que
Pablo tiene que hacer es andar y sobreponerse en lugar de aislarse y seguir
deprimido. En fin qué le voy a hacer, soy una silla de ruedas demasiado
sensible.
Dicen los estudios que la sociedad
actual sabe muy poco de las emociones de los adultos mayores, menos aun si
están institucionalizados y menos aún cuando enviudan dentro de una
institución. Yo no sé de estudios de esos pero si sé de la pena de Pablo y de
que no hace falta ser muy observador para ver como su corazón se ha roto al
quedarse sólo.
La verdad es que cuando un
residente nos deja, todos nuestros esfuerzos se centran en que su pareja viva
un duelo lo más digno posible. Es cierto que nadie puede “vivir la pena” del que
se queda pero si se puede acompañar en
el dolor y “sentir en común”. Yo creo que hay cosas que se pueden hacer: acompañar,
comprender, escuchar, aconsejar y animar desde la sinceridad y el respeto. Lo normal
es que las personas mayores sufran deterioros en sus sentidos e incluso a nivel
cognitivo o motor pero eso es una cosa y otra es que “como ya son mayores poco
se puede hacer”. Trabajar en el mantenimiento de las capacidades y la
conservación de la autonomía, aun en el periodo de duelo es fundamental para la persona.
Ya sé que este post ha sido un
poco más triste que el anterior… pero como silla de ruedas que quiere a sus
residentes, me da un poco de cosa no volver a ver a Remedios. Ya sé que cuando
uno trabaja con este colectivo tiene que ser fuerte, pero eso no quita para que
tenga mi corazoncito… y me duela su ausencia.
Soy una silla de ruedas y vivo en Tagore desde que abrió sus puertas en 2009...
Aun
tengo resaca. Resaca de bizcochos, chocolate, música y fiesta. La semana pasada
Tagore cumplió cuatro años y parecía que todo el mundo se había vuelto loco. Ya
sabéis que soy una silla de ruedas muy observadora así que me pasé toda la
semana viendo las cosas que pasaban.
Lo primero
que hicieron fue “lavar la cara a las puertas” y cambiar las fotos de los
residentes por unas que se hicieron el mes pasado. Muchos tenían fotos de
cuando eran jovenzuelos y dice el personal del centro que los recuerdos no se deben
perder (son tu vida) pero que tampoco puede uno anclarse en ellos y no vivir el
presente. El presente es el que es y seguro que en cada faceta de la vida se
pueden extraer cosas bonitas de él.
Así que
se pasaron varios días pon foto, quita foto, metro pa rriba, metro pa bajo
puerta por puerta, poniéndolas bonitas. Ahora están super aparentes.
Luego
llegaron dos señores con unas bicicletas estáticas y dijeron que este año va a
ser el de la gerontogimnasia y que hasta yo voy a darle a los pedales. Glup, que
no me pase nada…
También
estuvimos toda la semana haciendo molinillos de papel de cientos de colores y
en cada papel ponía una frase que yo no entendía: “generando movimiento”. No entendía
por qué ponía lo del movimiento si el papel estaba pegado con un cello a una
pajita y no se podía mover…
Después
ya me enteré. El viernes hubo una
conferencia para familiares y profesionales en
la propia resi (la comunicación en
la persona con demencia) y la directora de Tagore en la presentación de la
charla, explicó que los molinillos de viento querían simbolizar el movimiento que se puede generar en una institución de
mayores lejos del pensamiento de que lo único que pueden hacer los residentes
es estar “aparcados”. Esto del “yayoparking”
es una cosa que en Tagore no gusta ni un poco y creo que lo de los molinillos
de viento es una manera de decirle al mundo que el movimiento se puede y se
debe generar.
Particularmente,
como silla de ruedas experimentada en instituciones residenciales creo que es
fundamental alimentar el cuerpo pero de igual manera es absolutamente
fundamental alimentar el alma y esa es la parte más difícil y de lo que ya
hemos hablado en algún otro post. ¿Imaginas que sería de un niño al que no
estimulas, al que sólo das de comer, le mantienes limpito y controlas sus horas
de sueño?, ¿qué sería de él? Pues esto
es parecido. De acuerdo que el niño a través del estimulo se desarrolla, pero
los mayores a través de estimulo previenen el deterioro…
Luego
los de la radio se enteraron de que estábamos haciendo todas estas cosas y que
además íbamos a tener actuación de música y humor y nos llamaron para “cuscusear”
un poco qué andábamos haciendo. Me gusto mucho cuando escuche la entrevista
porque la chica que hablaba (que me la cruzo mucho por los pasillos de Tagore) decía
que lo que hace falta para sacar adelante un proyecto “movido” es sensibilidad
y técnica y sonrisas. Y de eso yo tengo mucho. Después la locutora felicitaba
al personal por lo mucho que se implicaban en su trabajo y yo me sentí muy
orgullosa de ser una de las sillas de ruedas del equipo de Tagore.
En fin,
que la “semana grande” de Tagore ha sido todo un éxito y yo estoy encantada de
haberla vivido junto a ellos. Esta gente es un placer.
Soy una silla de ruedas y vivo en Tagore desde que abrió sus puertas en
2009…
Mira que el personal del centro
prepara actividades para que la Navidad sea una época llevadera pero aun así,
son días delicados. Las visitas son más numerosas y muchos de los residentes se
encuentran más acompañados pero tú notas como esos días sus caras son un poco
más inexpresivas. En fin. Yo como silla
de ruedas que vive en Tagore quiero lo mejor para mis residentes y por eso en mi carta a los reyes
magos incluí dos cosas que creo que son
de lo más importante en la vida pero más si cabe en un centro residencial:
ilusión y motivación.
Dice el refranero popular que la
esperanza es lo último que se pierde pero yo creo que más necesario que no
perder la esperanza es no perder la ilusión. Porque la esperanza supone
“esperar”, esperar a que algo pase…o no pase, pero cuando hablamos de ilusión
estamos hablando de una actitud ante la vida y ante las cosas. La ilusión tiene
que ver, según lo ve esta humilde silla, con cómo se vive esa esperanza.
Cuando alguien interna a un
familiar en una residencia no sólo espera que cuiden de su “cuerpo” sino que
también, en mayor o menor medida, de su
“alma” y sin quitarle en absoluto valor a la labor asistencial que se hace, que
tal vez sea la más tangible, (aseo, alimentación, medicación, controles, etc… creo
que lo más difícil es cuidar el alma, porque no se ve, porque no se nota y porque
el alma, nadie sabe donde está…
Creo que lo primero para poder
“conectar” con la persona mayor es encontrar un punto de conexión, algún tipo
de estímulo al que la persona responda y nos permita llevárnoslo “a nuestro
terreno”. Todo vale: música, pintura, conversación, contacto corporal, contacto
visual, juego, fotografías, nuevas tecnologías, actividades domésticas,
bricolaje… todas las personas por muy reacias que parezcan se rinden ante algo.
Esta labor no es fácil. Hacen
falta muchas dosis de observación, empatía, comprensión de la situación y
circunstancia de la persona mayor así como estar muy alerta en todo momento
porque cuando menos te lo esperas, el residente te da una pista de por dónde
pueden ir los tiros y una vez encontrado el estímulo que funciona ¡halehop! Ya
se puede empezar a trabajar con ellos y hacerles participar.
Una vez encontrado el estímulo y
ganada su confianza, es posible plantearse un plan de acción permanente y
continuado que aborde aspectos relacionados la actividad física y con la
actividad cognitiva.Yo entiendo que una de las cosas más difíciles
es mantener la Ilusión por levantarte cada mañana y tener algo que hacer,
alguien a quien ver (no hablo ya de familiares sino de compañeros de centro)
ilusión por contar y por compartir. Ilusión por ver qué pasa hoy. Y digo que
creo que es muy difícil porque la sombra del sentimiento de soledad y la
depresión son dos grandes enemigos que no dejan de acechar…
En Tagore creo que se han
planteado hacerle frente a la soledad y a las depresiones. ¿Armas? Imaginación, sonrisa, dulzura, creatividad,
cariño, comprensión, constancia y técnica. Seguro que día a día van a ir ganando pequeñas batallas...!pues anda que no son cabezotas!
Y ahora os dejo que parece que parece que ya hay movimiento de platos y seguro que mis abuelos se van a empezar a poner nerviosos!!!
Os dejo con un montaje de fotos que seguro os gusta...!A disfrutar!